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ENTREVISTA CON EL MAESTRO PABLO AMARINGO



EL PINTOR DE LOS IDIOMAS DEL ESPÍRITU

Entrevista con el maestro Pablo Amaringo


¿Para qué se ha nacido? ¡Para vivir un tiempo en un mundo paupérrimo y ver cómo se mueren nuestras personas queridas!”, exclama de pronto, hondamente indignado, el pintor Pablo Amaringo.
Hace diez minutos que nos conocemos. He llegado al mediodía a la tierra dorada fundada por los shipibos: Pucallpa, después de transitar la más impresionante ruta que recorre las tres regiones naturales del Perú. El sol se muestra generoso en Pucallpa. Luego de un energizante baño y el saboreo beatífico del gigante pez rojo selvático salgo en busca de la escuela Usko Ayar, nombre que significa “príncipe espiritual”. Se trata de la escuela fundada por el artista plástico, ex chamán y maestro Pablo Amaringo. Pero, ¿Quién es Pablo Amaringo? De él sabía que era quizá el primer pintor autodidacta sudamericano que ha expuesto sus obras en dos de los tres museos más grandes del mundo: el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MOMA) y el Museo del Ermitage de Rusia. Además, conocía que la comunidad científica internacional estudia meticulosamente y difunde sus originales pinturas, afamadamente conocidas con el genérico nombre de “Visiones de Ayahuasca”. Que ha viajado por los cinco continentes, invitado para dictar conferencias sobre la conservación del medioambiente y el desarrollo de la consciencia. Que ha sido galardonado por las Naciones Unidas con el premio Global 500, por su labor de educación y preservación de las tradiciones y culturas amazónicas al frente de su escuela. Finalmente, no conocía nada. Mi destino era descubrir su nacimiento, su idioma interior, su verdad. Un hombre de baja estatura desciende lentamente las escaleras. Ojos auscultadores los suyos. Afuera, unos adolescentes graban sus iniciales en el silencio inmortal de un árbol. Continúa la tarde y el artista nos abre su corazón. Manan las palabras…

En ese entonces, en mi primera infancia, para mí la vida no tenía ningún sentido porque a mi alrededor había miseria, aunque mis padres eran hacendados. Recuerdo que con mi propina compraba frutas y panes para compartir con mis amigos y la gente pobre. Siempre he vivido pensando en las personas que me rodean. Por eso creé la escuela, en la que trabajamos ad honorem.
En estos momentos hay capacitación, pero ya no hay educación; los padres capacitan a sus hijos, pero no los educan. Lo mismo se hace en los colegios y en las universidades. Para mí la educación es el desarrollo de capacidades intelectuales, luego de las facultades morales, espirituales, de los sentidos y las fuerzas psíquicas. Recién entonces uno comprende y sabe que una persona está educada. Cuando en el año 88 abrí la escuela se perdían los lápices, los materiales, entonces comencé a enseñarles a mis alumnos lo que trae consigo un robo y han entendido. Creé la escuela porque vi que la juventud estaba realizando estragos antisociales y me surgió la idea de enseñarles a pintar, a mostrarles cosas hermosas y artísticas para que se puedan entretener y se alejen de las pandillas. En el año 93 tuvimos 2700 alumnos estudiando. Ahora el número de estudiantes ha bajado a sólo 20 porque no damos certificado a nombre de la Nación sino a nombre de la escuela. Si no doy ese certificado es porque el Gobierno no me autoriza. He realizado una serie de trámites, pero con la burocracia no se puede. Entonces lo que me queda es cerrar la escuela y convertirla en una galería. La juventud viene a preguntarme si les puedo dar un certificado para que puedan trabajar y como no es así se van. Yo formo personas, no profesionales. Ellos nunca mienten porque trabajamos regidos por las leyes del incario: Ama Sua, Ama Llulla, Ama Quella. Las personas que salen de Usko Ayar son personas honestas. Eso es lo que necesita el Perú, tener recursos bien preparados, en expansión. Tienen que existir más proyectos así, de escuelas libres, que copien esta experiencia. Yo trabajo con las leyes que gobiernan el universo. Esta es mi mayor ganancia, porque no gozo viendo a personas que son avasalladas por otras sólo porque tienen un poco más de dinero. Para mí el gozo es ver a una persona que es útil para su familia y que es saludable. Aquí enseñamos gratuitamente a todos. Si me dieran el permiso volvería a poner más fuerza y no la volvería una galería.


Usted desciende de una reconocida tradición de chamanes y curanderos. ¿A qué edad aceptó el llamado de la liana de los espíritus, el Ayahuasca?
Mi abuelito y todos mis tíos por parte de mi mamá eran chamanes. Yo por esos días creía que los chamanes eran unos charlatanes que engañaban a la gente. Eso fue hasta un día cuando mi hermana se estuvo muriendo por una hepatitis. La llevamos a una señora que practicaba el chamanismo. Ella se sirvió del Ayahuasca para curar a mi hermana, que ya estaba agonizando. En dos horas mi hermana se levantó. Y solamente con ícaros( cantos), no le dio de beber nada. Francamente esto me puso muy pensativo, porque a los 29 años yo había tenido mi primera experiencia. Fue porque sufría del corazón y tomé para curarme con mi papá y otro señor. Una sola toma bastó para que nunca más me doliera el corazón. Al término de la sesión me dijeron que me habían colocado una gorra blanca para mi defensa. Cuando la señora estaba curando a mi hermana me preguntó si había tomado antes Ayahuasca. Le respondí que no, porque yo no creía todavía, pero ella me dijo que veía una gorra blanca en mi cabeza. Todo estaba destinado para que yo fuera un chamán. La señora me dio de tomar un poquito de Ayahuasca cuando estaba curando a mi hermana. Cuando veo a mi hermana levantarse es que empiezo a trasuntar lo espiritual. Parece que toda la sabiduría de la señora se vino hacia mí y ya no me ha costado sino creer en todas las cosas que veía. Me he dado cuenta de una realidad de cosas extraordinarias, pero para lograrlo uno tiene que purificar el corazón, la mente, el espíritu, sino no puede curar. Pero yo abandoné completamente estas prácticas hace 38 años. Yo era muy fuerte y ofendía constantemente a los hechiceros, porque ellos hacían sus maleficios y la gente venía y yo los curaba, de tal manera que cuando me han atacado casi me matan. El que me sanó me recomendó que haga lo mismo, pero yo no quise, mejor he optado por retirarme.

¿Cuándo fue consciente de que poseía un natural talento para la pintura?
Desde muy chico pintaba la realidad que me rodeaba: cómo vivía mi gente, el paisaje. Yo tenía un amigo norteamericano que conocía mi pintura y una vez vino con unos amigos, quienes estaban muy interesados en las plantas mágicas y maestras del Perú. Les dije que ya no podía ayudarlos porque ya no era chamán. Me puse un poco triste, porque eran personas bondadosas, entonces me surgió la idea de hacer un cuadro para ilustrarlos sobre las plantas maestras. Hice dos cuadros y se los regalé. No sabía que estas personas eran científicos y que estaban llevando mis obras para un exhaustivo escrutinio en la biblioteca del Congreso, en Washington. Hicieron la investigación y encontraron biología, astronomía y varias lenguas en las pinturas. Se quedaron fascinados. A los tres meses me enviaron una carta donde me decían que la comunidad científica estaba interesada en mi obra. Desde ahí pintó los pasajes de la visión del Ayahuasca. Este año, en octubre, cumplo 20 años en ese afán y a pesar de que los investigadores se han disgustado con la noticia, a partir de ahí ya no pintaré más visiones. Me encuentro un poco cansado. Ahora voy a realizar retratos de las plantas y también explicaré todas las propiedades que contengan.

Hablemos de tu singular proceso creativo, ¿es cierto que visualizas en tus sueños lo que vas a pintar y solamente esperas el estallido para que broten las figuras ya purificadas de tus entrañas?
Sí, pinto en serie. Ahora no estoy pintando los cuadros de las visiones, pero en estos días voy a empezar. Pinto a veces diez, veinte, hasta treinta cuadros. Primero a cada obra le pongo su nombre y después los elementos que debe tener. Trabajo mayormente en papel arche, con una pintura que se asemeja a la témpera. También uso resinas naturales que saco de la corteza de los árboles, para que le den textura y una mayor resistencia y durabilidad al trabajo. Cada cuadro va con una leyenda explicativa, para que las personas asimilen la significación de sus elementos y colores, porque todo es lenguaje espiritual. En mi experiencia de chamán he logrado ver los idiomas. En el mundo esotérico uno conversa solamente con mirarse. Todo es un idioma. Hay idiomas en los colores, en los sonidos, en las formas y motivos; mi trabajo es transcribir esos idiomas.

¿Entonces el lenguaje que empleamos es un medio de comunicación imperfecto?
Sí, el lenguaje es imperfecto porque el ser humano no es perfecto, a menos que se dedique a buscar la perfección, es decir lo que es exacto y limpio. Por eso es que nosotros tenemos demasiadas taras, porque somos imperfectos. Cuando uno adquiera el habla espiritual entonces estará bien regulado, porque los espíritus hablan bien. Ellos no tienen imperfección cuando hablan, pero nosotros cometemos muchas imperfecciones porque no razonamos bien. A veces nos olvidamos, estamos estresados, estamos corriendo en el tiempo y el espacio, de tal manera que siempre cometemos errores. Cuando uno se encuentra fuera del mundo de las formas no habla con los labios sino con el espíritu, con la energía.

Personalmente creo que el ser humano debe amar indiscriminadamente todo: la sensualidad del extravío, el color púrpura del dolor, la desnudez del amor, para arribar a veces a la perfecta comprensión de su misión. ¿Podría afirmar que ha hallado su misión en está vida?
Mi misión desde luego que la he encontrado, porque antes no sabía para qué había nacido. Ahora sé muy bien que estoy destinado para otra parte y tengo que hacer lo que me ha sido encomendado. En verdad la humanidad está muy lejos de ver la realidad espiritual. Esto se verá en otra era, en otra etapa.

En una anterior entrevista aseguró que grandes civilizaciones como la Maya, la Tiahuanaco y la Inca tuvieron contacto con civilizaciones extraterrestres avanzadas. ¿Nos podría compartir este conocimiento?
Sí, claro. Todo es concéntrico, porque uno tiene que tratar con extraterrestres, hadas, silfos, dríades, ninfas, de todo eso que se llaman los mundos. Hay varias cosas en la selva, por ejemplo el Copal, la Pucalupuna y un montón de otras plantas, que contienen genios que son los que enseñan a la gente. El mundo es muy diverso. Todos tienen su forma de enseñar y su forma de aprender. El Ayahuasca enseña de una forma, el Tohé, por ejemplo, al que llaman “la trompeta del ángel”, enseña de otra manera. Seguro que así será el San Pedro, aunque yo nunca lo he probado. Todas estas plantas tienen conocimiento. Algunas más que otras.
Por qué crees que los mayas y los hijos de otras civilizaciones antiguas han sido hombres tan inteligentes pues por las plantas, por las piedras. Las rocas también hablaban antes. Eso se silenció porque han existido etapas en que algunas personas venían con una habilidad y otras con otra diferente. Pero también esto se ha ido poniendo al lado de lo oscuro. Esto se comprende más cuando uno ya está compenetrado con las enseñanzas esotéricas profundas, porque en realidad el mundo de los humanos tiene sus límites. De ahí vienen los gnomos, los duendes, los súcubos, los íncubos y sucesivamente van yéndose hasta llegar a la eternidad, que son los antineutrinos, que son los serafines, los querubines, hasta, por último, llegar hasta los grandes tronos, que ocupan unos ancianos. De ahí hay un túnel que pasa de un universo a otro universo celestial donde se encuentra el Señor todopoderoso al que la gente conoce como Dios. Allá no llega cualquiera, solamente los elegidos que él unge con su espíritu para entrar allá, porque él es muy fuerte, es una energía dinámica. Honestamente yo he llegado al nivel de los tronos, lo he visto en mis visiones al Altísimo, pero no para ser ungido. La humanidad no conoce verdaderamente los estatutos, todo lo que concierne a lo sagrado. Por eso a nosotros nos dicen profanos, porque nos gusta profanar las cosas. Pero allá no, allá es una eternidad, es espiritual, es infinita sabiduría. ¡Tantos nombres podría mencionar para describir lo que ocurre allá! Pero nosotros tenemos nuestro cosmos, nuestro mundo.

¿Qué es la felicidad?
Para mí la felicidad se halla cuando una persona realiza lo que piensa hacer con su vida. Eso es una felicidad. Que tenga una buena mente, un buen corazón, una buena consciencia, que comparta lo que sabe; para mí eso es la felicidad más grande. Uno tiene que compartir, uno tiene que trabajar como una célula que da con la derecha y recibe con la izquierda, porque si uno no da nunca podrá recibir. Mucha gente no sabe dar y si da dan de mala gana. ¡Qué cosa vamos a dar cuando no tenemos dinero!, dice la gente. Hay muchas cosas que dar, por ejemplo dar un saludo a tus padres, a tus amigos; unos buenos días con alegría y gozo. Eso es saber dar, saber dar una flor. Si uno sabe dar amor va a recibir amor. De esa manera es que me siento feliz a pesar de que la gente me dice que por qué se va a sentir feliz si no tiene dinero. Yo, lo poco que tengo lo comparto y eso me hace sentir feliz. Todo debe hacerse de una manera holística.

¿A qué le tienes miedo?No tengo miedo a nadie, sólo tengo miedo a hacer el mal, pero tener así, miedo a la muerte, no, porque yo vivo una vida como dicen de justiprecio. Es tener la justicia por lo preciado que uno hace o dice. La persona que no hace nada por otra persona tiene miedo a morir.

En un mundo en progresiva destrucción ecológica, en perpetua autoaniquilación del hombre por el hombre, sometidos a todo tipo de enfermedades espirituales, Pablo ¿crees honestamente que la humanidad tiene algún futuro?

Puede tener un futuro si todos, sin sobrar una persona, pusiéramos de nuestra parte para ver cómo mantenemos, preservamos el medioambiente. Pero no vamos a poder realizar nada si somos una tercera, una quinta parte del mundo. La humanidad va hacia el caos porque el egoísmo y el egocentrismo abundan en las personas. La humanidad está así porque no cuida de sus recursos naturales. El hombre está destruyendo su propio hogar. La sociedad ya no hace personas sino robots, porque la gente está programada. Si el hombre comenzara a valorar lo que cuestan sus ojos, sus oídos, su cerebro -que es el motor más útil-, cuánto cuestan su corazón, sus pulmones, sus manos, se daría cuenta de que es invalorable y que es insensato destruir algo invalorable. Yo hablo de esas cosas para el mundo entero. El mundo esta yéndose en picada. Habrá unas cuantas personas que están hablando de instaurar el bienestar, pero los demás no, siguen talando los árboles, siguen contaminando, entonces tiene que haber un viraje frente a este caos. Esto se va a poner grave.

Sé que posee una recargada agenda de viajes, ¿qué país aguarda la embestida de su inspiradora prédica de conservación ecológica y espiritual?
Tengo 71 años y desde mi tierna infancia he trabajado duro. He recorrido todo el mundo, pero te confieso que no me gusta volar porque después sufro de insomnio. Esta vez me voy al continente australiano y estoy muy feliz porque acabo de recibir una invitación del Dalai Lama para ir al Tíbet.

Una última palabra esencial…
AMOR.

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